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ENFRENTAR EL ALARMISMO ANTE LA PANDEMIA DE COVID19

  • Foto del escritor: Miguel Angel Rodríguez Sosa
    Miguel Angel Rodríguez Sosa
  • 5 jun 2020
  • 5 Min. de lectura

El asunto depende un poco “del color del cristal con que se mire”. Si se toma en cuenta el número acumulado de infectados y el número diario de nuevos infectados, como se ha señalado en anteriores análisis de coyuntura, es notorio que esos números aumentan de manera exponencial entre el 16 de marzo y fines de abril –de 86 casos el 16 de marzo a 21.648 casos acumulados el 25 de abril-- y de allí a 174.884 casos acumulados el 2 de junio. Al respecto, una aseveración que resiste cualquier crítica es la de que, al fracasar el Gobierno en el control de la propagación del Covid19 (ineficacia de los “martillazos”) adoptó erróneamente la decisión de mantener la cuarentena hasta el 30 de junio, sin mostrar una estrategia para remontar el “estado de meseta” de la infección; sin siquiera capacidad de comunicación para explicar a la población, incrédula y descontenta, como así la infección “ya llegó” a su culminación, si siguen aumentando los contagios en el orden de 4.000 e incluso a 6.000 casos diarios.

Esta “toma de datos”, con base en la denominada “Sala Situacional” del MINSA brindan material a la prensa sensacionalista que ha generado una corriente de opinión alarmista que inclusive creó una portada periodística (la del diario Expreso del domingo 31). A estas alturas, cualquier proyección de la infección en el Perú va a producir resultados “enormes” que pueden ser considerados apocalípticos.

Pero es que, en el momento actual, el análisis de la evolución de la pandemia en el Perú debe tomar otras sendas, con la debida seriedad, como en el caso de la Dra. Pilar Mazzetti, quien el 30 resaltó que “ingresar a la meseta epidemiológica no significa que vayamos a tener una línea recta en la gráfica estadística. Indicó que podría presentarse grandes brotes de coronavirus (…) No significa que esté plana todos los días. No tenemos que confiarnos en que luego de que esté cayendo, haya una tendencia a aplanarse. Tranquilamente podría pasar, Dios no lo quiera, en las siguientes semanas, vuelve a subir, como en Chile”.

Es que resulta imperativo desoír el alarmismo que cunde en medios de prensa y en redes sociales, y más bien adoptar enfoques como el que sostiene Augusto Zimmermann: "El día de ayer, sábado 30 de mayo continuaron incrementándose la toma de muestras llegándose a la cifra récord de 49,091 en un día. Por tercer día consecutivo el porciento de contagiados vs muestras tomadas bajó. El día 28 se tomaron 23,519 con 25% de contagiados, el día 29 se tomaron 34,820 con 19% de contagiados y el día 30 se tomaron 49,091 con 15% de contagiados. A mayor número de muestras menor porcentaje de contagiados. Buenas noticias!.

Por otro lado, el número de personas contagiadas que permanecen en sus domicilios se elevó a 89%. Es decir, los nuevos casos están siendo más leves. Los pacientes dados de alta ya representan 43% del total de casos y siguen en aumento! Finalmente, el número de pacientes hospitalizados y en camas UCI permanece estable".

O el enfoque de Roberto Wangeman que dice: “…se ha venido dando la polémica sobre si llegamos o no a la meseta y cuando comenzamos a bajar. Al margen de las buenas o malas intenciones de las partes intervinientes en la misma, lo real es que para el ciudadano de a pie son muy pocas las cosas que quedan claras a este respecto”.

En base a la información recogida por Wangeman, hay que tener en cuenta que “el número de contagios ha subido fuertemente, en parte debido a la drástica elevación del número de pruebas y en otra parte porque el porcientode contagiados en relación al número de pruebas se ha elevado de 10,5% en la segunda semana de abril a 15% que es el actual, lo que incrementa aún más los contagios”.

“De otro lado, el tiempo de duplicación de los contagios se ha ido alargando de a 3 a 5, a 8 y a 10 días, luego a 12, hasta los 15 días que tomo la última duplicación. Ello indicaría que el ritmo de contagio ha ido decreciendo y que su elevación está principalmente asociada al fuerte incremento del número de pruebas”.

Por otra parte, Wangeman asevera que “si bien el número de fallecidos se ha elevado fuertemente, el porciento de estos respecto a los contagiados se ha mantenido en el mismo orden del 2,9%, variando entre 2,8% y 2,9% durante el mismo período. Nivel que por lo demás es bastante bajo respecto al de otros países de la región y de Europa”.

También resalta que “Los porcientos de hospitalizados y en UCI respecto de los contagiados han tendido de manera lenta pero constante a la baja. En el período, el de hospitalizados bajo a la mitad, de 12% a 6%, mientras el de los en UCI a la tercera parte, de 2,2% a 0,7%.

Asimismo argumenta: “Una gran duda que surge es saber si el tener un fuerte incremento de los contagios asociado a una gran elevación del número de pruebas es de por sí una mala noticia. Esa duda se puede asociar a otra que tiene que ver con la relación entre contagios y fallecimientos. Vimos que a partir de la elevación del número de pruebas el porciento de contagiados ha subido, mientras que el de fallecidos se ha mantenido estable en un nivel bastante bajo”.

Una aproximación a la respuesta a esta duda la podemos buscar comparando nuestra situación con la de otros países como México por ejemplo, en donde tienen algo más de la mitad de contagiados que nosotros, mientras que tienen 2,4 vece el número de fallecidos que los nuestros, con lo que su tasa de letalidad es de 11% al lado del 2,9% de la nuestra, casi el cuádruple. Hay acá algo que no cuadra ¿o hay en México un sistema de salud tan peor al nuestro que con menos contagiados se les muere un número tan grande de personas, o lo que sucede es que hay una sub identificación del número de contagios asociada al número de pruebas que se toman; lamentablemente no tenemos información al respecto, para poder confirmar esa hipótesis, pero parece que toman un número reducido de pruebas y por tanto aparecen menos contagios y por ende, los fallecidos que si están ahí, aparecen con un porciento mayor respecto a los limitados contagios identificados.

Finalmente, Wangeman aduce: “sobre nuestra posible ubicación en una hipotética meseta, sabemos de varios estudios que la pronostican, pero no tenemos modelo sofisticado alguno que lo confirme o descarte. En base a los simples datos que manejamos, nos da la modesta impresión que las cifras se van estabilizando. Un referente importante a nivel global es que la curva mundial de contagiados muestra una meseta prolongada que además, en los últimos días ha comenzado a tener una tendencia nuevamente creciente. Ojalá que ese no sea el pronóstico de nuestra situación y perspectivas”.

La asertividad de estos enfoque de la evolución de la pandemia de Covid19 en el Perú, así como material de especialistas como Mateo Prochazca y otros –que ya hemos presentado en análisis precedentes, nutren expectativas de superación progresiva de la infección— nos relevan de detalles que serían redundantes. Pero lo que sí cabe resaltar es la persistente incapacidad del Gobierno para comunicar a la población dos cuestiones clave: (1) ¿en que fase de evolución va la pandemia en el Perú, considerando la desigualdad regional del país?; y (2) ¿cómo comunicar a la población de manera sencilla y creíble cuáles razones fundamentadas justifican la extensión de la cuarentena hasta el 30 de junio, teniendo en cuenta que la medida realmente ha fracasado?

 
 
 

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