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LA EXTENSIÓN DE LA CUARENTENA Y LA “NUEVA CONVIVENCIA SOCIAL”. UN MAMARRACHO

  • Foto del escritor: Miguel Angel Rodríguez Sosa
    Miguel Angel Rodríguez Sosa
  • 24 may 2020
  • 7 Min. de lectura

Con tardanza, el sábado 23 de mayo fue publicado el Decreto Supremo Nº 094-2020-PCM “que establece las medidas que debe observar la ciudadanía hacia una nueva convivencia social y prorroga el Estado de Emergencia Nacional por las graves circunstancias que afectan la vida de la Nación a consecuencia del COVID-19”.

El párrafo seis de los considerandos del DS alude a la Ley General de Salud, mencionando que esta norma “habilita a la cuarentena como medida de seguridad, siempre que (….) su duración no exceda a lo que exige la situación de riesgo inminente y grave que la justificó, y se trate de una medida eficaz que permita lograr el fin con la menor restricción para los derechos fundamentales”.

Esta es la única justificación legal esgrimida por el Gobierno para disponer la extensión de la inamovilidad social obligatoria hasta el 30 de junio. Al respecto cabe cuestionar la eficacia de la cuarentena, que a todas luces no ha logrado su fin de contener la propagación de la infección, si se tiene en cuenta que desde que fue inicialmente dispuesta (15 de marzo 2020), el número acumulado de infectados por Covid19 ha aumentado desde 86 casos el 16 de marzo, en una cantidad exponencial. El 25 de abril había 21.648 casos acumulados y el 23 de mayo hay 115.754 casos acumulados. Es decir que solo en el último mes de vigencia de la inamovilidad social obligatoria o cuarentena, la infección se propagó en el Perú multiplicándose en 5,3 veces. Esta información es concluyente para evaluar la eficacia de la cuarentena y resalta que en nuestro país ha sido absolutamente ineficaz, a pesar de su larga duración que ya lleva 68 días.

Los factores que han propiciado la ineficacia de la cuarentena en el Perú son claramente expuestos por Pierina Pighi Bel, de BBC Nuevo Mundo en su artículo “Cuarentena en Perú: 5 factores que explican por qué las medidas de confinamiento no impiden que sea el segundo país de América Latina con más casos de covid-19”, que nos exime de una exposición propia. Destaca entre ellos la informalidad, que afecta a más del 70% de la fuerza laboral del país, que obligó al desacato de la cuarentena por razones de la supervivencia familiar; y las aglomeraciones en mercados, centros de abasto y bancos, que contribuyeron a la propagación masiva del Covid19. Cabe resaltar que el Gobierno favoreció la aglomeración en los bancos con su política de reparto de bonos y que tardó demasiado (casi 60 días) en identificar a los mercados como focos del contagio. O sea, en parte el Gobierno propició la propagación de la infección pero a partir de condiciones preexistentes inevitables, a lo que se sumó la indisciplina social de individuos y grupos que simplemente incumplían la cuarentena por razones egoístas e irresponsabilidad.

En resumen y a fin de cuentas, es muy claro que en el Perú la cuarentena no ha tenido eficacia y por ello resulta irrisorio que figure como única justificación gubernamental para extender la inamovilidad social que, espontáneamente, ha sido fracturada y vulnerada en todos los estratos de la sociedad; y hasta la amplia mayoría de ciudadanos responsable cumple solo a medias las prescripciones del estado de emergencia.

Por otro lado, resulta irrisorio también que el DS que extiende la cuarentena muestre la terrible incapacidad gubernamental para transitar de la cuarentena rígida a una cuarentena inteligente con atributos de flexibilidad y focalización. Eso no obstante que en los considerandos de la norma de marras se menciona a la OMS definiendo “principios a tener en cuenta a la hora de plantear el desconfinamiento”, entre ellos –y en primer lugar—: “Romper la cadena de trasmisión detectando el mayor número de casos posible, tratando a las personas que presentan síntomas y aislando tanto a los enfermos como a las personas que han estado en contacto con ellos”. Este principio señala inequívocamente a la estrategia de cuarentena inteligente y focalizada, que el presidente Martín Vizcarra y su Gobierno no persiguen, no plantean ni aplican con el DS Nº 094-2020-PCM.

Al Gobierno se le ha dicho y demandado, desde distintos sectores, que debía superar el diseño de la cuarentena rígida. Incluso algunos ministros, como el titular de Defensa, Walter Martos, han opinado a favor de la cuarentena focalizada; y lo mismo ha hecho el decano del Colegio Médico del Perú (CMP), Miguel Palacios, planteando una cuarentena focalizada, que tome en cuenta la tasa de prevalencia (cantidad de infectados en un área territorial) en cada zona del país. Palacios afirma que en Lima el CMP ha identificado 32 distritos con baja prevalencia y 10 distritos con alta prevalencia y asimismo, a nivel nacional, 6 regiones con alta prevalencia y 19 regiones con baja prevalencia. Entonces, plantea que la cuarentena focalizada se concretaría en el tratamiento diferenciado de las áreas mencionadas, con especial esfuerzo en contener la difusión de la infección en las áreas de alta prevalencia. Pero el Gobierno es sordo a estas sugerencias, al extremo de desoír a la OMS que aboga por “romper la cadena de trasmisión detectando el mayor número de casos posible”, lo que solo se puede lograr con una cuarentena focalizada que incluya cercos sanitarios.

Peor todavía, el DS Nº 094-2020-PCM desperdicia una oportunidad –tal vez única— de establecer la cuarentena focalizada con cercos sanitarios para neutralizar la propagación del Covid19 en las zonas de mayor prevalencia de la infección, pues el Artículo 6 del DS “Dotación de tratamiento para el primer nivel de atención en Salud”, prescribe que “En un plazo no mayor a siete (7) días hábiles de publicado el presente decreto supremo, se comenzará con la entrega de los productos farmacéuticos para el tratamiento del COVID-19 en el primer nivel de atención, a los pacientes de zonas focalizadas de los departamentos de Lima y Piura, de conformidad con lo regulado en el Decreto de Urgencia N° 059-2020 (…)”. Cabe pensar que este artículo 6, que refiere al DU N° 059-2020, concierne a una estrategia gubernamental de verdadera cuarentena focalizada. Pero la decepción es grande cuando se conoce que esta norma se pierde en vericuetos del registro burocrático de acceso de la población a medicamentos para el tratamiento de la infección en su nivel leve (que no requiere atención hospitalaria), sin afrontar el asunto de fondo, que es entregar directamente los medicamentos necesarios a los infectados leves, en sus domicilios, en las zonas de alta prevalencia de Covid19, circunscritas por un cerco sanitario.

En lo personal, luego de la lectura atenta del mamotreto de DS que extiende la cuarentena, me asalta la duda de si Vizcarra y su Gobierno son tan torpes que se limitan a extender la cuarentena hasta el 30 de junio y así difieren la solución de continuidad de la pandemia en nuestro país –que ya muestra señales claras de un “estado de meseta”— o si en realidad no cuentan con los recursos humanos capaces de hacer el planeamiento y la implementación de la cuarentena focalizada, y ejecutar las acciones consiguientes. Me inclino más a creer esto último --sin negar lo primero-- porque cuando uno conoce por hechos y dichos –“más sabe el diablo por viejo que por diablo”— la calidad intelectual del jefe de Estado, de sus ministros, de las altas jerarquías de la burocracia civil y castrense, aprecia en definitiva que en el Estado no hay quién haga las cosas oportunamente y con resultados, previsibles. Cunden el logrerismo y la improvisación.

Sin embargo, el DS menciona en sus considerando: “Que, los esfuerzos realizados por la gran mayoría de la ciudadanía y las acciones emprendidas a fin de combatir la propagación del COVID-19, aún resultan insuficientes, pero nos llevan a iniciar una nueva etapa en la vida de las y los ciudadanos de nuestro país, a efecto de caminar juntos Gobierno y ciudadanía hacia una nueva convivencia social”, línea argumental con la que –por un lado— el Gobierno responsabiliza a la sociedad por sus propios yerros, y –por otro lado— introduce una versión de “nueva convivencia social” articulada a una “segunda fase de la reactivación económica”, de las cuatro fases planteadas por el Gobierno de mayo a agosto 2020.

De aquí solo puedo extraer, por su particular interés, tres aspectos que figuran, uno, en el Art. 16 de DS, y otros, en el Anexo del DS. En cuanto al primero, ese Art. 16 “De las actividades del Sector Público y la atención a la ciudadanía” prescribe acertadamente que “Las entidades del Sector Público de cualquier nivel de gobierno, podrán reiniciar actividades hasta un cuarenta por ciento (40%) de su capacidad en esta etapa, para lo cual adoptarán las medidas pertinentes para el desarrollo de las mismas y la atención a la ciudadanía, salvaguardando las restricciones sanitarias y el distanciamiento social, priorizando en todo lo que sea posible el trabajo remoto, implementando o habilitando la virtualización de trámites, servicios u otros, así como estableciendo, si fuera el caso, variación o ampliación de horarios de atención de la entidad”. Muy bien porque es imperativo que la burocracia retome sus labores de atención a los usuarios.

En cuanto a lo segundo, destacan en el Anexo del DS, el literal “q”, que abre varios servicios técnicos y profesionales, entre ellos “servicios de peluquerías y cosmetología (…) servicios de limpieza o asistencia del hogar”, que necesariamente se prestarán a domicilio; y el literal “r” que abre “actividades deportivas federadas, entre las que se encuentran el fútbol profesional” cuya práctica “deberá ser realizada sin público en los escenarios deportivos”. Supongo que con estas medidas el Gobierno se quiere granjear el favor de las amas de casa que han perdido el tinte capilar y el favor marital por el encierro, y de los estresados futboleros que siempre celebrarán la penosa singladura de este “deporte” nacional.

En definitiva, el DS Nº 094-2020-PCM carece de imaginación estratégica y de coraje, es autocomplaciente y populista, y, según todas sus apariencias, señala que el presidente Vizcarra y su Gobierno no tienen capacidad para afrontar con inteligencia los desafíos que impondría una post cuarentena rígida. Simplemente “no la ven”.

 
 
 

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