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LAS DOS FOTOS

  • Foto del escritor: Miguel Angel Rodríguez Sosa
    Miguel Angel Rodríguez Sosa
  • 14 sept 2020
  • 2 Min. de lectura

Hace casi un año, cuando el presidente Vizcarra disolvió el Congreso mediante un golpe de Estado –no obstante lo que luego haya dictaminado la actual composición del Tribunal Constitucional— se publicó la foto de una “reunión de trabajo” en Palacio de Gobierno, en la que aparecían los comandantes generales de los institutos militares y el de la policía junto al mandatario. El mensaje era obvio: “FFAA y PNP respaldan la decisión del presidente”. Me fue imposible considerar que la imagen podía ser interpretada de otra manera que no fuese la de que las FFAA, a través de sus altos mandos, tomaban partido a favor del Ejecutivo en la ruptura de la institucionalidad democrática disolviendo al Legislativo.


En la política ya soy viejo, pero no soy un viejo político y esa diferencia, y más de 30 años cercano al ambiente castrense, me permite saber con certeza que las FFAA (como la PNP) tienen un comportamiento político que es parte de la tradición republicana, que no han abandonado y no pueden eludir. A pesar de las cortapisas de papel como la de “no deliberancia” que figura en el Art. 169 de la Constitución, y el discurso académico del sometimiento objetivo y subjetivo de las FFAA al poder civil, trabajosamente masticado por los militares desde principios de este siglo.


La foto del 30 de septiembre del 2019, como la de hoy, 12 de septiembre del 2020 –en la que el PCM Martos se presenta, respaldado por los mandos militares y policial, para anunciar que el Gobierno se dispone a impedir que el Congreso cumpla una de sus funciones políticas--, es una imagen que porta un mensaje poderoso: “FFAA y PNP respaldan la decisión del presidente”. ¿Dejà vu?


La ingenuidad no es una de mis virtudes, o uno de mis defectos. Por eso afirmo que los institutos militares y el policial han sido y siguen siendo actores políticos, más allá, o más acá, de “la no deliberancia”. En el marco de los poderes que se articulan y actúan en el Estado, son poderes fácticos con roles tácitos cuando se trata de ubicarse en un lado de la lucha política –donde no hay campo neutral-- si consideran que eso es conveniente (o necesario) para la preservación o la sustitución de un régimen. Aquí, en Bolivia o en la Cochinchina.


Desde el evento de los mandilitos rosados, pasando por el Plan Tayta, hasta la toma de posición sobre el “acuerdo de Escazú” son, de manera incontrovertible, actuaciones producto de deliberaciones políticas en las FFAA. No entenderlo es tonto, y eso lo sabemos los viejos que tenemos memoria de los sucesos de este país en los últimos 60 años.

 
 
 

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