NUEVA COYUNTURA POLÍTICA
- Miguel Angel Rodríguez Sosa
- 13 ago 2020
- 5 Min. de lectura
La nueva coyuntura política, abierta con la renuncia de Vicente Zeballos a la PCM, mostró un clima de tensión cuando el Congreso rechazó otorgar el voto de investidura (o de confianza) a Pedro Cateriano. La semana precedente, la tensión entre el Gobierno y el Congreso aparecía con consecuencias “de pronóstico reservado”, no exentas de conflicto.

pero la evolución de los acontecimientos ha diluido esa suspicacia y el martes 11 de agosto el Congreso ha otorgado, por abrumadora mayoría de 115 votos a favor, 5 votos en contra y 4 abstenciones, el voto de investidura al PCM Walter Martos y a su gabinete ministerial:
Esta decisión política implica un mayoritario respaldo de la representación nacional a los lineamientos de gestión anunciados por el nuevo PCM, si bien no obsta para que en el Legislativo a continuación se apreste la interpelación y posible censura del titular del MINEDU, Martín Benavides, así como una interpelación “dura” a la titular del MEF, María Antonieta Alva. Es que los congresistas mantienen incólumes sus atribuciones de ejercer control político de los actos del Ejecutivo y su prerrogativa de interpelar y censurar ministros, frente a lo cual el presidente Martín Vizcarra carece de espacio para maniobrar.
La presentación del PCM Martos ante el Congreso ha mostrado un talante distinto del que llevó su antecesor Cateriano. Martos empezó haciendo un llamado a la unión nacional y su discurso fue inmediatamente entendido en el sentido de enmienda y corrección de los errores de Cateriano, al centrarse en la crisis sanitaria y en la atención a los grupos más vulnerables de la sociedad ante la pandemia y el estado de la economía, en vez de promover la reactivación económica con base en grandes proyectos. Además, Martos acertó al dirigirse al Legislativo reconociendo el juego político en el que el Gobierno no actúa solo y tiene que considerar los poderes existentes en el Congreso.
En términos generales, Martos ha evitado “pisar callos” en el Congreso. No resaltó la importancia de la minería; no resaltó la inversión privada sino, más bien, las asociaciones público-privadas; no hizo una defensa fuerte del ministro de Educación ni de la gestión de la SUNEDU; no traslució una adhesión a los intereses corporativos de la empresa privada. Tampoco tomó posición ante la demanda de entrega de fondos fiscales a los aportantes a la ONP. En contraparte, la mayoría de participaciones de los congresistas manifestó tolerancia ante sus diferencias con el PCM Martos.
Es muy significativo que el PCM Martos haya iniciado su presentación ante el Congreso con un llamado a la unidad nacional, y que haya cerrado su presentación (segunda alocución, en horas de la noche) con una elegante mención de que, al escuchar a los parlamentarios, “he escuchado la voz del pueblo a través de sus palabras”; expresión que tuvo un muy favorable e inmediato impacto político en la representación nacional.
Antes de la presentación del PCM Martos ante el Congreso era muy difícil anticipar que el voto de confianza otorgado sería realmente abrumador, superando distancias propias de la correlación de fuerzas en la escena política. En mi opinión, la votación favorable a Martos resulta de una convergencia virtuosa de varios factores, entre los cuales gravita el tema señalado en el párrafo precedente, pero lo principal es que el 11 de agosto se ha trabado una sintonía entre el mensaje del PCM y la forma específica de representación política del actual Congreso. Es que el PCM se dirigió a los congresistas resaltando la atención del Gobierno a las necesidades del “país profundo” en las regiones y provincias, en materia de atención de la salud ante la pandemia y en materia de reactivación económica y social enfocadas en los pequeños productores y en los ciudadanos del común. En tanto que una mayoría de los congresistas resaltaron la representación de los intereses y demandas de sus electores regionales e incluso provinciales. Así, pues, se produjo la concurrencia de los temperamentos del PCM y de los parlamentarios, y el resultado fue el voto de aprobación del mensaje gubernamental emitido por Martos.
Pero no puede dejar de lado que esa confluencia entre Ejecutivo y Legislativo tiene como trasfondo el hecho de que el Congreso está empoderado (luego de negar la confianza al PCM Cateriano) mientras que el Gobierno está debilitado en su último año de gestión, cuando el presidente Vizcarra adopta la posición de “pato rengo” y no le es posible confrontar al Legislativo, que no puede ser disuelto y más bien puede aprobar leyes por insistencia si el Ejecutivo las observa. Añádase que en las próximas semanas las fuerzas políticas de la representación parlamentaria ingresarán en un escenario pre-electoral, donde es imperativo que destaquen sus diferencias ideológicas y programáticas, y sobre todo, resalten posiciones contra el Gobierno saliente, más todavía cuando éste –careciendo de una fuerza política propia— no tiene una opción electoral de continuidad.
En perspectiva del futuro inmediato es probable que el Congreso actúe destacando su predominio ante el Gobierno, a través de las interpelaciones ya anunciadas a los ministros de Educación y de Economía y Finanzas.
En cuanto a la votación parlamentaria otorgando la confianza al PCM Martos, hay que mencionar que las bancadas de Alianza Para el Progreso, Fuerza Popular, Podemos Perú, Somos Perú, Partido Morado y FREPAP votaron en bloque otorgando la confianza solicitada; lo que ubica a estas fuerzas políticas como soportes de la gobernabilidad. Especial mención requiere el voto del FREPAP, que se ha destacado como una expresión política bien sustentada en la lectura de intereses populares y su tono crítico augura que esta organización va a ser muy vigilante de las acciones del Ejecutivo que el 11 de agosto ha respaldado. Adicionalmente, el FREPAP ha mostrado una madurez política sin precedentes en su comportamiento, lo que destierra la consideración de que se trata de una agrupación con un discurso político naive o primitivista.
En cuanto a los votos en contra o en abstención, se observa con claridad y nuevamente que las posiciones izquierdistas se orientan contra la estabilidad política y contra la gobernabilidad, aunque son escueta minoría. Hay que tener en cuenta que la izquierda parlamentaria adopta una tónica extremista que trasciende a la bancada del Frente Amplio, representante típico del marxismo, y suma a elementos extremistas que usan a Acción Popular y a Unión Por el Perú como “caballos de Troya” en el Congreso. Esta situación puede decantar, en semanas, en el alejamiento (o la separación) de los congresistas Orlando Arapa (AP, representante por Puno) y Posemoscrowte Chagua (UPP, representante por Huancavelica); ambos ponentes de la opción de vacancia presidencial que ha sido rechazada por sus bancadas parlamentarias. Pero el rechazo no puede ser considerado definitivo (circula una versión de que AP estaría interesada en la opción) y más bien podría ganar espacio si en los meses próximos se perfila una desavenencia entre el PCM Martos y el presidente Vizcarra.
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