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  • Foto del escritorMiguel Angel Rodríguez Sosa

UNA LANZA POR HUGO BLANCO

Tomo muy en cuenta el escandaloso esfuerzo de sectores derechistas, civiles y castrenses, por imponer una censura al documental “Hugo Blanco, Río Profundo”, basado en la singladura de Hugo Blanco Galdós. Lo tomo muy en cuenta porque a mi edad y por mi propia experiencia no puedo permitirme la cobardía de ignorar la pretendida censura, que criminaliza y, a la vez, trivializa, toda la trayectoria vital de Blanco, calificándolo de asesino, como si un solo hecho luctuoso cometido por él, en un ambiente de violencia estructural y activa, justificara que sea expectorado de la sociedad, a seis décadas de los sucesos por los que ahora se le sigue condenando. No sería tan ignominiosa esa condena presente si no fuese porque bastantes de sus promotores y operadores han sido o son cómplices de las injusticias sociales de hoy y sinuosos defensores de las injusticias sociales de ayer en éste, nuestro Perú.


No llegué a conocer a Hugo Blanco a pesar de que su juicio en un tribunal militar se inició en la planta baja de una casa de la calle Melgar de Arequipa, donde funcionaba tal entidad. Mi familia era inquilina de la planta alta y yo, siendo niño, miraba algo atemorizado la parafernalia militar del proceso judicial al temible guerrillero-asesino-comunista, que se iniciaba en el zaguán y se desplegaba en un amplio patio interior que me brindaba el privilegiado espacio de la baranda que lo rodeaba en la planta alta. Recuerdo sin embargo que el temperamento arequipeño no era abiertamente hostil al encausado, tal vez porque estaba todavía fresca en la memoria de la población la insurgencia ciudadana de 1950. Luego, un día el juicio se trasladó a Tacna.

Bastantes años después, ya en la universidad y residiendo en Lima era inevitable conocer quién era Hugo Blanco y su trayectoria, sobre todo porque, siguiendo la inclinación ideológica dominante en los medios universitarios de los ’70, me aproximé al marxismo, en la vertiente del trotskismo, más bien orientado por la pluma impecable de Lev Davidovich y por una visceral aversión al estalinismo, que por adhesión a las tesis de la “revolución permanente”. Recuerdo sin embargo que los trotskistas –minoría de minorías— pecaban de una arrogancia que siempre he considerado injustificada, y que en la mayoría de grupos que formaban se cuestionaba duramente a Blanco y su actuación en el ambiente campesino.

Mi paso por la universidad, que duró tanto como pudo durar (casi trece años) en aquel tiempo, me condujo –entusiasmado con lecturas de Orwell, Gorter, Castoriadis, entre otros azás distintos y hasta contrapuestos autores-- a exonerarme de cualquier capilla del marxismo, justo cuando entre finales de los ‘70 y principios de los ’80 el Perú atravesaba un momento crucial en su historia. Blanco fue elegido miembro de la Asamblea Constituyente de 1979 y tengo el inolvidable recuerdo de haber recorrido varias calles en compañía de amigos universitarios alegremente ebrios gritando a todo pulmón “¡Hugo Blanco Presidente de la Constituyente!”. Pero ni en el período 1979-80, ni en el quinquenio 1980-85, cuando fue diputado en el Parlamento, ni en el bienio 1990-92, cuando fue senador, me aproximé a quien era entonces una figura icónica para buena parte de la izquierda peruana. Ahora creo que fue porque cultivó una efigie alabada con zalamería por algunos de mis ex compañeros de universidad con los que no me interesaba tener relación alguna. Además, por entonces los trotskistas habían extremado su arrogancia y su vocación faccional.

Tiempo luego resultó que Blanco y yo éramos casi vecinos en el distrito de Chorrillos, donde él vivía modestamente con una esposa sueca. Habremos cruzado saludos vecinales varias veces pero no más. Las últimas veces que lo vi ya pintaba bastantes canas.

Hace no mucho he llegado a saber que Blanco ha procesado un retorno a sus orígenes de líder campesino en el Cusco, específicamente en el área de La Convención, ahora preocupado por avanzar en una agenda entre nativista, indigenista y eco-socialista que me resulta difícil descifrar. En alguna oportunidad, me parece que el año pasado, escribí en mi muro del faceboook un post en tono laudatorio sobre él, cuyo contenido no recuerdo pero del que no me arrepiento, para nada. Es que, para mí, Hugo Blanco es, desde un tiempo largo, símbolo de la entereza política y emblemática figura de la rebeldía contra la opresión (sigo laudatorio).

Escribo mi palabra, ahora y aquí, con el derecho que me asiste como ciudadano de un país cuyo orden y contrato social acepto y defiendo, pero a sabiendas de que, a las puertas del bicentenario de la República, esos orden y contrato ya son insostenibles y el Perú requiere una refundación. Con el mismo derecho y ya con una madurez curtida por la edad y las vivencias propias, de las que soy muy memorioso, expreso mi temor porque la refundación de la República repita el derrotero infausto de tantas revoluciones plebeyas y jacobinas que han terminado en sendos termidores y nuevos esquemas de dominación social tan injusta como la precedente. Es que, un poco mal parafraseando a Vallejo, no creo que todo acto y voz genial venga del pueblo. La mención apenas nominal de las revoluciones francesa y rusa me releva de mayor argumentación al respecto. Todo ello porque las elites sociales no cumplieron su deber histórico de conducir a la sociedad por la senda del orden basado en la moral y en la justicia. En el Perú la deuda de las elites sociales ya no puede pagarse y cobrarse la misma quizás cause una tragedia que alcanzaría dimensiones regionales en América del Sur.

Abomino de la censura que se pretende hacer contra el documental “Hugo Blanco, Río Profundo” llevado inevitablemente por mis sentimientos pero también por los principios morales que sustentan el sentido de la decencia. Y termino apropiándome, porque me da la real gana, de una frase de Soren Kierkegaard, que Silvio Rendón cita en su blog Grancomboclub, y que me parece muy apropiada para la ocasión: “La vida sólo puede entenderse hacia atrás, pero tiene que ser vivida hacia adelante”.

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